Wednesday, August 16, 2006

Entrando en el Sudeste Asiatico...

Tailandia (22 julio al ….)

Empecé mi viaje en Asia tomando mi avión desde Frankfurt con conexión en Helsinki, para mi placer me hicieron un “upgrade” y pase directamente a primera clase… ¡Que lujo! Champaña, varios platos a mi elección, películas, vinos, Chivas Regal, etc.,..lo más importante era el sillón cama donde dormí placenteramente hasta mi arribo a Bangkok. Puse un pie en el aeropuerto y el choque cultural fue como una patada en la cara. Solo su idioma suena tan distinto, un dialogo seria algo asi: “-waaa wua wa naa, -co puh ha náa, -heée”. Desde el aeropuerto me fui a Kao San Road, donde van a parar todos los turistas. Es un barrio que parece una mezcla entre suecia, diez de julio y la vega central, pero veinte veces más grande. Aquí se puede encontrar de todo, absolutamente de todo. De hecho uno se podría venir solo con lo puesto y 100 dólares para comprar todo lo necesario para el viaje.

Bangkok es una ciudad caliente, húmeda, sucia y ruidosa. Tiene una extraña mezcla entre autopistas modernas, rascacielos, mercados callejeros, agobiantes vendedores ambulantes y tuk tuks, todo lo anterior conviviendo en un desorden generalizado. En los dos días que estuve aquí fui a turistear al palacio real y al templo del buda acostado. El Palacio es una construcción enorme que tiene una arquitectura y detallismo increíble, lleno de colores, murales, torres, templos de reflexión para el rey, etc. Además, todo esta rodeado de una gran muralla que aísla de tal manera el ruido mundano que pareciera que el palacio estuviera situado en lo alto de una montaña en vez del centro de la bulliciosa Bangkok. El templo del buda acostado es también muy impresionante, este templo tiene en su interior un Buda enchapado en oro de unos 30 o 40 metros de largo acostado en una posición bastante holgazana. Alrededor del templo principal hay un verdadero laberinto de templos menores, torres, sitios de reflexión, estatuas de buda, etc. Todo en una arquitectura muy similar a palacio real, bien colorida, detallista y dedicada en su totalidad al dios Buda.

Desde que llegué a Tailandia he aprovechado de comer en cada puesto callejero o mercado que encuentro en mi camino. La comida es buenísima y, en comparación con Europa, baratísima. Así que he aprovechado de comer todo lo que he querido.

El martes por la mañana partí a una isla que queda al sur de Bangkok, Koh Chang. El viaje tomo casi todo el día, pero tuvo su recompensa, llegue a una playa de arena blanca, palmeras, agua cristalina y atendido por unos locales muy amigables. Aun mejor, todo era baratísimo! Durante cinco largos días dormí, leí, comí y eche la talla con el resto de los “estresados” veraneantes. Definitivamente me urgía poder disfrutar de la playa sin necesidad de tener que visitar algo. Creo que es un muy balance el ir combinando ciudad con playa,… ¿o quizás pura playa no mas?

Ahh,… el sábado salí a dar un paseo por la isla en una scoter. Me puse el casco y me fui a explorar el resto de la isla. Al principio iba un poco nervioso en mi endeble vehiculo, pero a medida que los kilómetros pasaban me fui relajando y tomando mi papel de EasyRider. Así, disfrutando del paisaje, la brisa y de la velocidad fue como llegue a unas cascadas muy agraciadas donde me di un baño y departí con un local que cuidaba el santuario. Seguí en mi paseo hasta cierto punto donde decidí volver, me quedaba poca bencina y luz. Tranquilamente estaba dando la vuelta y sin fijarme aceleré la scoter más de lo prudente y ¡sas!...me salí del camino estrepitosamente y me saque la $%&%$. El saldo fue una pequeña quemadura en la pierna y un nervioso regreso a mi “hogar”. La moraleja es: nunca subirse a una moto en traje baño y chalas, menos andar paveando.

Desde esta relajada isla me fui de vuelta a Bangkok, donde tome el tren nocturno hacia el sur buscando la conexión hacia las islas del golfo de Tailandia. Partiendo por Koh Thao, famosa mundialmente por su espectacular buceo.

Inicialmente no estaba muy motivado por el buceo, pero a medida que fui hablando con otros mochileros la idea, basada en el espectacular entorno y en lo módico del precio, me decidí a volver a bucear después de cinco años. Me tomó un largo rato el tira y afloja con la escuela de buceo, pero finalmente llegamos a un buen precio, ahora solo faltaba recordar algo de la teoría y saltar al agua. El buceo fue espectacular. Peces de todos colores y formas, corales de todas layas, agua calentita y una excelente visibilidad, hacen esta “una experiencia inolvidable”….lastima que no tenia cámara de fotos. Pero mas allá de la escenario, que es verdaderamente alucinante, lo más adictivo es esa sensación de entrar a otro mundo, donde nosotros solo somos espectadores, donde la naturaleza se muestra en su estado mas virgen y siguiendo otros ritmos, donde la ley mas basica que nos rige, la gravedad, tiene otro funcionamiento y muy especialmente, al no podernos comunicar, solamente nos dedicamos a contemplar. ALUCINANTE. Lo voy a repetir 100%.

El resto de la isla no tiene nada espectacular, ya que al igual que otros lados donde he estado, el desregulamiento de la actividad turística genera efectos negativos y finalmente inversos para la industria. Pude constatar personalmente el basural en que se están convirtiendo estas idílicas islas. En algunas playas no dan ganas de meterse al agua. También la horrible transformación de estas antiguas caletas de pescadores a invasivos centros turísticos. Solo como dato, al sur de Tailandia llegan 11.3 millones de visitantes al año, por cierto que es un montón de plata, pero que sin algún tipo de regulación y orden, estas paradisíacas islas pronto perderán su atractivo y se transformara rápidamente en un basural.

Tal como mis asesores en Chile me recomendaron, me fui a la isla de Ko pangan una semana antes de la Full Moon Party. Las razones son varias, primero por que es más fácil encontrar alojamiento si uno llega antes y segundo porque una va de a poco haciendo el calentamiento de motores para el gran evento. Durante esa semana uno va haciendo amigos que están en la misma onda y con los que se puede continuar en viaje.
Inicialmente me fui a la misma playa donde se hace la fiesta, pero los precios y el lugar no era de lo mejor. Hice un pequeño cambio y partí al norte de la isla (Bottle beach) junto a una pareja de suizos muy piola. Se trata de una playa que queda en una bahía donde solo se puede llegar en bote. La playa en si estaba enclavada entre unos cerros tropicales, arena blanca muy fina, palmeras y tres restoranes con sus respectivos “bungalows” al borde del mar. La atmósfera era ultra relajada y amigable, el lugar perfecto para recargar pilas y conocer gente. Los precios no eran de los más módicos, pero no se puede tener todo en la vida.

Para que decir la cantidad de gente que conocí, todos estaban muy abiertos así que cualquier excusa servia para armar una conversación. La vida transcurrió entre dormir, comer, gozar de la playa, jugar algo de voleibol y/o fútbol y finalizar la noche con un par de cervezas. Incluso dos días antes de la Full Moon Party en uno de los restaurantes nos mandamos una fiesta muy buena con una alegre y relajada participación de los locales. Si bien la barrera comunicacional es importante, los tailandeses siempre tratan de interactuar con los turistas y no tienen ningún complejo de superioridad o inferioridad. Ellos son gente extremadamente hospitalaria, alegre y simple. Yo diría que no tienen ningún complejo.

La Full Moon Party da para un párrafo aparte. Imaginen que en un día, más bien en una noche, se concentran todos los jóvenes, y no tanto también, que andan viajando en Tailandia en una sola playa y con un solo motivo…juerga! Probablemente todos buscan asistir a uno de los más memorables carretes de su vida. La atmósfera de la fiesta es electrizante y pareciera que esta a cada minuto al borde del colapso. Fácilmente había 10000 personas, en su mayoría europeos y especialmente ingleses. Llegamos al lugar de a fiesta (Hat Rin) temprano, para ver los emails, comer algo y empezar el carrete desde la partida. Ya sentados en la arena nos tomamos unos “buckets”, un trago preparado en un balde playero lleno de hielo, ron, un fuerte Redbull y una lata de coca cola. Cada vez que se acaba el combinado era tarea de alguno ponerse con el próximo. Mientras disfrutábamos de este “elixir” llegaba más y más gente. Venían a pie, en taxi, en bote y hasta en un ferry desde otra isla, en fin… arribaban desde todas partes con una sed de hueveo a prueba de balas. Después de una horas el desorden era total, al son de la música desplegada por los diferentes Dj’s y la “libre de químicos” mezcla ingerida por la multitudinaria asistencia. Ya de madrugada, la tenue luz de los primeros rayos solares dejaba entrever el saldo de tan surreal carrete. “Romanticas” parejas de una noche esparcidas por toda la playa, los clásicos borrachos que no se la pudieron con la “sana” ingesta desparramados en la arena entre la frenética multitud aun bailando y una linda playa tropical transformada en un autentico basural. Sin duda es una fiesta a la que hay que asistir, puede gustar o no, pero seguro que no pasa desapercibida.

2 Comments:

At 12:59 AM, Anonymous Anonymous said...

test

 
At 3:16 AM, Anonymous Anonymous said...

I thought I'd have look whether I also appear somewhere in this blog, but instead you chose to post picture of Basti, yourself and a blue bucket :-)) Cheers!! Un abrazo!!

 

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